miércoles, 19 de abril de 2017

"Lo hago para apoyar a mi hijo"

Alberto Antonio Nanterne es secretario de la Asociación Tucumana de Fútbol Sala, en la cual su hijo es el presidente. Una familia ligada a este deporte.


   Dedicación/ El trabajo que realiza Alberto le conlleva mucho esmero y días de dedicación. Foto: Mauro Ruiz Medina

En el fútbol sala de Tucumán, el apellido Nanterne es sinónimo. Desde aquel lejano y cercano 2011 cuando se creó la Asociación Tucumana de Fútbol Sala, padre e hijo están ligados este atractivo deporte que día a día crece más.

Alberto Antonio Nanterne o "El pelado" como se lo conoce en el ambiente del futsal es la mano derecha de su hijo Facundo Nanterne Giacchino, el presidente de esta disciplina. Alberto es oriundo de San Andrés y tiene 57 años.

Ayer en una nueva fecha del torneo y como hace 6 años, en la entrada de la sede prestada de la Asociación (no cuenta con una propia) que se ubica en la Avenida República del Líbano 1820, se lo pudo encontrar al "Pelado" que ayuda a su heredero con la venta de entradas, documentación de los equipos, cobro del seguro, etc. "Hago todo esto para apoyar a mi hijo y también porque me gusta. Juego al fútbol y eso suma para que haga las tareas con placer", confesó.   

Siempre que hay actividad y la pelotita cicrula por la cancha, Alberto atiende a la gente y realiza sus actividades con un espíritu joven que además de quitarle un par de años de encima, le hace ganar el cariño de muchos. "Hola pelado querido como andás", le decía un jugador al llegar y luego le daba un cálido abrazo.

"Actualmente contamos con 80 equipos afiliados. Además tenemos selecciones tucumanas de mayores masculinas y femeninas y también con la selección juvenil de varones", comentó orgulloso el hombre; siempre que haya partidos de futsal el estará allí. Con su pelada y su risa atendiendo a la gente y ganándose el cariño de muchos. 


                                                     Video: Mauro Ruiz Medina

lunes, 17 de abril de 2017

Sueña con jugar en Boca Juniors

Exequiel Eduardo Montes es un niño de localidad de Ranchillos que tiene 7 años. Se levanta y se acuesta pensando en una sola cosa: la pelota.

   Exequiel/ Al zurdito también le gusta dormir y es amante de los juegos de fútbol de playstation. Foto: Mauro Ruiz Medina

Exequiel Eduardo Montes  tiene 7 años y vive en la localidad de Ranchillos, ubicada en el departamento Cruz Alta, Tucumán. Nació el 16 de junio de 2009, tiene cinco hermanas, un hermano y es hijo de Enrique Eduardo Montes y de María Esther Vizcarra.

"Polo" como le dicen de cariño sus familiares, es un petiso pícaro y audaz para jugar al fútbol y con chicos más grandes que él, siempre juega este zurdo. Es hincha de Boca Juniors pero como admirador de buenos arqueros, a veces se planta la famosa camiseta verde de Marcelo Barovero, ex golero de River Plate.

"Cuando sea grande quiero jugar en Boca", expresó el pibito. Su amor por la redonda es tan grande a tal punto que a sus padres, hace renegar muy seguido. Él prefiere jugar que hacer las tareas de la escuela. "Tuvimos que sacarles los arcos del frente de casa para que se concentre más en sus estudios", comenta su papá entre risas.

Cuando la pelota está en sus pies se alegra. Es que "Polo" la acaricia, la pisa y la domina muy bien para sus cortos siete años. Los grandes arquitos de frente de su casa son "La bombonera" de Ezequiel y el templo sagrado donde se reúne a jugar con sus amigos. 

La pelota es un tesoro para él, cuando juega con ella es el ser más feliz del planeta. Condiciones y talento para triunfar y ser un futbolista profesional tiene; quien sabe quizás cumpla su gran sueño y siga siendo el ser más feliz del planeta.  




                                         Video: Exequiel pantalón azul y camiseta naranja n° 11.
       



sábado, 15 de abril de 2017

"Amo a mi club"

Nora Alicia Perea es una mujer luchadora de la vida que trabaja en San Antonio de Ranchillos hace más de 15 años.

    Sonriente/ En sus inicios Nora sólo era lavandera de San Antonio. Foto: Mauro Ruiz Medina

Sábado 15 de abril, sábado nublado, fresco, lluvioso y gris. En Ranchillos con frío, calor, lluvia o sin lluvia el deporte se practica sí o sí. Llegando a esta localidad el Club San Antonio atrae todas las miradas con su imponente presencia. Alrededor se puede ver mucha o poca gente, dependiendo de la actividad del día. De un colectivo bajan unos chicos, son las infantiles de CAD 24 de Alderetes que llegan para enfrentarse a los locales por el campeonato de la Liga Tucumana de Fútbol.

En la portería como no puede ser de otra manera está ella, Nora Elisa Perea o "Normita" para los que la conocen. Una mujer de baja estatura, con anteojos, orgullosa de sus 57 años pero que tiene una vitalidad y un humor de una adolescente.

"Trabajo hace más de 15 años en el club. Soy lavandera y también estoy a cargo del control de las entradas. Hago todo esto porque amo a San Antonio, amo a mi club", afirma muy segura.

Nora vive en el Barrio Complejo, que está a un costado de la institución. Hace 20 años que es madre soltera de 4 mujeres. "Para mí no fue fácil criar sola y sin trabajo a mis hijas. Desde el 2000 que laburo en la Cooperativa de la Comuna y estoy orgullosa de haberles dado una buena educación a mis hijas; ellas ya son grandes y están construyendo su futuro", expresó.

Bromeando y entre risas, la mujer relata que sus nietos son su mayor felicidad y que les hacen olvidar hasta de las deudas. Ella manifiesta que está viviendo el mejor momento de su vida y que le gustaría que el día que ella muera, su nombre quede escrito en algún rincón del club.

Pasarán los eventos deportivos, pasarán los años, pero hasta que la vida se lo permita la que no pasará será ella, Nora Alicia Perea. 



                                                   Video: Mauro Ruiz Medina
                                   


























viernes, 14 de abril de 2017

Detrás de la pelota corren sonrisas

En Ranchillos hay una escuelita de fútbol que subsiste gracias a un hombre y a la colaboración de los padres de los chicos.


Contentos/ Los niños de la categoría "Cebollitas" muestran su entusiasmo antes de jugar su partido. Foto: Mauro Ruiz 



Decir Ranchillos es decir fútbol y carnaval. La localidad, ubicada 24 km al este de la ciudad de San Miguel de Tucumán ha sido cuna de grandes futbolistas y promete seguir siéndolo.

Allí existe desde hace 4 años la Escuela de Fútbol Infantil Rollo Amaya. Su fundador Rollo Amaya, valga la redundancia, es un hombre gordo, canoso, chueco,  es el responsable de ponerle realidad al sueño de estos niños.

Se hace referencia cuando se habla de sueño, al deseo de los chiquilines de entrar a una cancha y desatar la mayor de sus alegrías cuando corren detrás de la redonda. El largo camino de la felicidad arranca cuando se empiezan a equipar, continúa cuando los llaman para darles las camisetas. Ese es uno de los momentos más emotivos, muestran una sonrisa de oreja a oreja que contagia. La mágica travesía culmina cuando terminan de jugar el partido. Allí es como si dejaran de soñar y volvieran al mundo real.

Esta escuela cuenta entre sus filas con las categorías 2002/03/04/05/06/07  y con la división Cebollitas (clase 2008/09/10/11). Los chicos participan actualmente en la Liga Infantil de Fútbol de la provincia que lleva jugadas dos fechas.

"Nosotros no tenemos ninguna ayuda política, contamos con la comisión de padres de los chicos que venden golosinas y comidas dulces en los partidos. De esta manera podemos afrontar los gastos de los viajes que realizamos para jugar como así también pagarle al referí", afirmó Amaya.

Que haya más personas como Rollo, que haya más padres como los de esta escuelita, que haya más sueños por soñar y por sobre todo, que haya más sonrisas que corran detrás de una pelota.


                                                         Video: Mauro Ruiz Medina



  

miércoles, 12 de abril de 2017

La hicieron llorar



Cruz Alta perdió hoy con el equipo liguista de San Martín por 3 a 0. El encuentro disputó en el estadio de "Los Cuervos".


Desparejo/ Debido a las últimas lluvias en la provincia, el campo de juego está lleno de pozos. Foto: Mauro Ruiz Medina.


Linda, hermosa y bella pelota de fútbol. Cuando corre por el verde césped genera varios sentimientos encontrados. Empatía, alegría, entusiasmo, nerviosismo, tristeza es lo que provoca en los fieles que acuden a los partidos.

Ella siempre quiere que la traten bien como un padre haría con su hijo también. Que la amen, que la cuiden, que la mimen y que la protejan aunque hoy, nada de eso pasó y ella se decepcionó del maltrato que le dieron; fue un cotejo de preparación para el próximo torneo de la Liga Tucumana de Fútbol lo que podría justificar el feo juego pero que le importa a ella eso.

Que San Martín se iba a quedar con el triunfo, era algo que se veía venir pero "Los santos" tampoco eran capaces de poner tres pases seguidos y hasta su director técnico Ariel Martos se apiadaba de ella y decía: "Tranquilo muchachos toquemos la pelota que los espacios ya van a aparecer" . Cuando los jugadores, sobre todo los de Cruz Alta recurrían al pum para arriba (pelotazo) la redonda derramaba una lágrima porque le dolía el castigo que le daban.

Para colmo era poco el viento que corría, menos para que los futbolistas pueden acertar en el pase a sus compañeros; al final la esfera terminó triste pero un poco conforme a la vez. Triste porque ningún conjunto la manejó bien pero conforme porque les vió la cara de alegría a los pibes de San Martín cuando hicieron los 3 goles; ella es así, buena, compañera y fiel. Es una pelota de fierro y quiere que la hagan llorar menos y sonreír más.


                                                    Video:  Mauro Ruiz Medina

miércoles, 5 de abril de 2017

Mirando desde arriba

Nicolás Avellaneda le ganó ayer 84 a 72 a Hindú de Catamarca. El encuentro fue el segundo que disputan correspondiente a los playofss de reclasificación de la división NOA y se disputó en el Club Villa Luján, donde los tucumanos hicieron de local. 

    Amistad/ A pesar de jugar un partido fuerte, los jugadores conversaban de manera simpática. Foto: Mauro Ruiz Medina

Cálida y agradable noche la de ayer, cálida y agradable para un partido de básquet ver. Más para él que cuando lo atraviesan provoca la alegría de unos y la tristeza de otros. Por el segundo encuentro de los playofss de reclasificación, Nicolás Avellaneda recibía a Hindú de Catamarca y como siempre allí estaba él, el aro de básquet. Imponente y firme como un muro, preparado para atestiguar una historia más.

Se desarrollaba pareja y luchado, el encuentro. Era atractivo y aburrido a la vez; atractivo porque los jugadores dejaban todo en la cancha pero aburrido ya que los mismos seres, sudados, nerviosos y e impacientes no eran capaces de conformar al aro que los miraba desde arriba. El primer tiempo dejaba satisfecho al señor alto de Villa Luján, satisfecho es una forma de decir. Mirá que iba a estar a gusto con ese juego pobre, si él fue vestigio de verdaderos choques.

Llegaba la segunda parte y los jugadores debían mostrar el nivel acorde a un torneo federal y más aún si le veían la cara de desolación a la argolla, que en cualquier momento parecía que se iba a desmayar y venir abajo.

Por suerte, los protagonistas ofrecieron un espectáculo agradable a su vista; "El trueno verde"sonó fuerte en la noche tucumana, mostrando el temperamento y la valentía que lo caracteriza para así quedarse con el triunfo. Los visitantes, de la mano de un joven super poderoso inquietaron a los locales y los pusieron en aprietos pero el espectador de lujo, maligno con los catamarqueños, ayudó a los locales. Cuando los muchachos de Hindú lanzaban la pelota hacia él, le negaba el paso y con su característico pum la devolvía a la pista.

Ya casi no quedaba tiempo para más, el cotejo se acababa y el aro decidió regalarle 84 puntos a Nicolás Avellaneda y 72 a Hindú y de esta manera desatar la alegría de unos y la tristeza e inclusive el llanto de otros. Dichosa la abrazadera de básquet que fue protagonista y podrá contar, una historia más. 



                                         
Video: Mauro Ruiz Medina